Nació en Sicilia, Italia. A mediados del
siglo IV fue mandada martirizar por el emperador Diocleciano. En esta pintura
es representada como una joven de facciones finas con los ojos entornados que
reflejan una gran ternura; sus cabellos largos caen sobre sus hombros y su
cabeza va tocada con un nimbo. Viste a la usanza romana con una túnica y manto.
Con una de sus manos sostiene una palma, símbolo del martirio y con la otra un
plato con dos ojos.
En la edad media se tenía la costumbre de
invocar a esta Santa para pedir por la cura de diversas enfermedades de los
ojos, esto porque su nombre se relacionada con la luz.