Apizaco es uno
de los municipios más importantes del Estado de Tlaxcala. Allí se desarrolla la
actividad industrial y comercial más importante del Estado, e incluso de la Sierra
Norte de Puebla. Sus amplias avenidas, su perfecto diseño cuadrado, la relativa
tranquilidad de sus calles, el toque de provincia y la diversidad de productos que ofrecen sus mercados, hacen que la ciudad sea ideal para vivir y disfrutar de la vida hogareña. A
pesar de que la ciudad sigue expandiendose a pasos acelerados, aún es
posible encontrar en los alrededores, lugares de gran belleza que invitan a la contemplación y estar en contacto con la naturaleza.
Aquí algunos datos históricos:
El viejo camino
de Veracruz a México, que pasaba por Apizaco, era la ruta mediante la cual los
comerciantes del altiplano prehispánico intercambiaban sus productos con los del Golfo de
México, e incluso con los de Centroamérica. Fue el camino que usaron los
recaudadores de tributos tenochcas, cuando expandieron la dominación hacia
otros horizontes más lejanos.
Apizaco fue lugar
de paso por donde entró Hernán Cortés con rumbo a Tenochtitlán. Por aquí llegaron
los decretos del Consejo de Indias, por ahí mismo llegaban las mercancías
europeas, previa autorización de la Casa de Contratación de Sevilla. De México,
vía Apizaco, salían el oro, la plata y los cueros de animales, rumbo a España.
El 1º de marzo
de 1866, Guillermo Lloyd entrega su informe sobre el adelanto de las obras
ferroviarias, indicando que no había ningún problema para tender los rieles de
Apizaco a México. Agregaba que se podía avanzar 2 millas diarias, siempre y
cuando les fueran entregados los durmientes con prontitud. Calculaba Guillermo
Lloyd que a principios de junio podrían circular los trenes de Apizaco a
México, y el ramal hacia Puebla, en agosto.
Los técnicos del
ferrocarril y los empresarios, decidieron construir el tramo Ciudad de
México-Apizaco. Para ello establecieron un campamento en la región, al que
simplemente le adjudicaron el nombre de la población más cercana: San Luis
Apizaco. Ésta, más tarde, terminaría en diminutivo, y el campamento se
apropiaría del nombre. Nunca pensaron los técnicos del riel que estaban
fundando una de las más importantes ciudades de la República Mexicana. Por
ello, no levantaron acta de la fundación, ni pidieron cédula real a ninguna
autoridad.
Conoce tu tierra...!!!